Arranca el inicio de curso escolar, y los centros educativos abren sus puertas a un nuevo curso marcado por la incertidumbre debido a la crisis sanitaria. Desde que el Gobierno declarara el estado de alarma el pasado mes de marzo, los docentes y profesores se han tenido que enfrentar a muchos obstáculos: la falta de formación docente, los medios tecnológicos obsoletos y las desigualdades entre estudiantes.
El apoyo a la transformación digital ha sido muy débil, y es por ello que el sector educativo ha debido iniciar una transformación digital de forma independiente para satisfacer las necesidades de estudiantes y profesores. Y aunque el 93% de los españoles son usuarios de internet*, esto no garantiza necesariamente que un alumno o profesor pueda trabajar en línea. Se deben de tener en cuenta otros parámetros, como las persistentes desigualdades (especialmente las territoriales) dentro de las universidades, la escasez de fondos financieros, los equipos obsoletos y la falta de medios para los hogares modestos cuyo acceso a la tecnología sigue siendo limitado.
Acelerada por la pandemia de la COVID-19, la llegada, relativamente tardía, de la transformación digital a los centros educativos ofrece la oportunidad de una actualización duradera del sistema de educación superior en España, un país que aún no ha emprendido la revolución digital en este sector.
La tecnología está transformando la educación gracias a la integración de herramientas digitales más interactivas, colaborativas, eficientes y divertidas. De hecho, modernizar la experiencia de aprendizaje digital permitirá hacer que la enseñanza, la formación y la educación sean accesibles y seguras para todos. Además, facilitará que los profesores y alumnos puedan comunicarse visualmente para compartir nuevas ideas y nuevos conceptos en tiempo real y en circunstancias excepcionales.
Una de las ventajas de la enseñanza online es la capacidad que ofrece a los profesores y alumnos de interactuar a través de dibujos escritos a mano, diagramas y anotaciones, mientras usan ordenadores y dispositivos móviles. Y no sólo entre ellos, también permite la colaboración entre centros educativos, nacionales o internacionales.
La implantación de tecnología en las aulas ayuda a instaurar un modelo educativo híbrido que permite combinar las clases presenciales con las virtuales, una solución que están tomando muchos centros educativos en España para este comienzo de curso.
La tecnología digital representa una poderosa palanca de transformación para apoyar a los estudiantes, que ya son nativos digitales, a estar preparados para los desafíos y las profesiones del mañana. Pero que los jóvenes estudiantes se conecten con frecuencia a internet y a las redes sociales para relacionarse no significa que sepan hacer un uso correcto de la tecnología cuando se trata del ámbito educativo. De hecho, los estudiantes que tienen dificultades para utilizar las herramientas digitales podrían sentirse menospreciados por las expectativas de las instituciones académicas y los profesores, que dan por sentado el dominio de los ordenadores y los programas informáticos. Por lo tanto, también es importante enseñar a las nuevas generaciones a utilizar los recursos digitales como herramientas de aprendizaje, y no sólo como entretenimiento. El sector de la educación debe hacer de estas nuevas tecnologías el objeto de una enseñanza efectiva en las escuelas y universidades.
Todas estas herramientas tecnológicas que se están implantando en las aulas nos llevan a un nuevo modelo de aprendizaje. A partir de ahora, nuestros maestros invitarán a los estudiantes a participar en una clase por Teams, Zoom o Skype; no utilizarán su pizarra y tiza tradicionales, sino que compartirán la pantalla del ordenador y presentarán los materiales preparados para explicar el contenido. Con suerte, para que la clase sea más interactiva y amena, usarán funciones de lápiz para dibujar fórmulas y gráficos. Profesores y alumnos se comunicarán por voz, pero en muchas ocasiones lo estarán haciendo tras la pantalla de un ordenador y, sin embargo, todo seguirá como antes. Los alumnos seguirán aprendiendo, solo que dentro de una nueva era digitalizada que se ha desarrollado en circunstancias excepcionales, durante una pandemia mundial. El futuro de la educación ya está aquí, y ha venido para quedarse.
Fuente: El Economista
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